SAN PEDRO
En 1939, los trabajadores que cavaban la tumba del Papa Pío XI en las grutas de la basílica vaticana encontraron un vacío en la tierra. Al poner luz en el agujero, apareció un mausoleo del siglo II: una necrópolis perfectamente conservada, y bajo el altar mayor la tumba sencilla con los huesos de un hombre robusto y anciano, rodeada de innumerables oraciones a San Pedro, así como una inscripción griega: «Pedro está dentro». Después de años, San Pablo VI declaró en 1968 que los huesos en esa tumba pertenecían al Apóstol elegido por Jesús para gobernar su Iglesia.
SANTIAGO EL MAYOR
La noche del 29 de enero de 1879 un grupo de canónigos halló en el trasaltar de la catedral la tumba atribuida a Santiago el mayor, oculta ahí desde los tiempos del arzobispo Sanclemente, en el siglo XVI. Tras este redescubrimiento de las reliquias del Apóstol Santiago el Mayor, certificadas en 1884 por el Papa León X con la Bula 'Deus Omnipotens', el fenómeno peregrinatorio jacobeo revivió su resurgimiento desde que la tradición relatara que el Apóstol había viajado hasta nuestro país y llegado hasta Compostela.
SAN PABLO
San Pablo fue decapitado en Roma. Constantino construyó una basílica sobre la tumba que la tradición todavía reconocía como el lugar donde estaba enterrado el apóstol. Las últimas investigaciones de 2009 sobre esos restos que están bajo el altar mayor de san Pablo Extramuros en Roma, y sin conocer su procedencia, desvelaban a un hombre del siglo I, e hicieron reconocer a Benedicto XVI la certeza de encontrarse ante los restos del Apóstol de los Gentiles.
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